Solo te pido, amor, que no me anules las ganas, ni me quites siempre la razón. Ven cuando necesite sentirte, notarte. Oblígame a enfadarme, evita que me resigne y nunca asientas a mis quejas, como quien dice que sí a los locos. Enfádame y bésame en la frente luego, que se me olvida. Siempre se me olvida.
Tú, siempre con esa curiosa manía de hacerme feliz.
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